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miércoles, 2 de julio de 2014

LOS ZAPATOS ORIGINALES DEL DULCE NOMBRE

 Hasta que las "modas" de la época no vistieran los pies del Dulce Nombre con zapatos de charol, éstos de tela y suela de metal eran los que llevaba y con ellos llegó de Roma el 22 de junio de 1765. En su suela está grabado el año 1668, fecha a la que se atribuye la hechura del Niño. 
Hace ya más de 250 años de la llegada del Niño desde Roma por D. Clemente Antonio de Baena, quien lo trajo como regalo de su viaje con motivo del litigio entre las parroquias de San Pedro y Santa María. ¿En qué consistió esta disputa entre las dos iglesias principales de la ciudad?

Desde tiempo inmemorial, la parroquia de Santa María de la Asunción disfrutaba de preeminencias sobre la de San Pedro, por ser la Mayor y considerarse más antigua, tales como tocar primero las campanas, ocupar el altar mayor de San pedro en las Funciones Principales y obligar a su Clero a recibirles y despedirles cada vez que pasase el de Santa María. Haciéndose caso omiso a aquellas tradicionales obligaciones por la parroquia de San Pedro, el Clero de Santa María lo puso en conocimiento del Señor Provisor del Arzobispado en 1679, presentándose posteriormente un acuerdo entre ambos Cleros en 1680.
En 1712 volvió nuevamente a surgir este problema, volviendo el Provisorato a dictar sentencia a favor de Santa María. Entonces, los clérigos de San Pedro apelaron dicha sentencia y les fue admitida, con el veredicto resolutivo de que ninguna de las dos parroquias habría de señalarse como Mayor ni otro título semejante que determinase primacía con respecto a la otra.
El Clero de Santa María, disconforme con la sentencia, apela al Sacro Tribunal de la Rota Romana en 1720. Mientras, Arcos se divide en dos bandos que se odian y se hacen apellidar "pedristas" o "marianistas", según la feligresía a la que pertenecieran.
El 23 de septiembre de 1760, reunido en Santa María la mayoría de los sacerdotes que formaban su Clero, ante el notario D. Pedro del Amor otorgaban a D. Clemente Antonio de Baena y Manzano un poder para defenderles en el citado litigio con la parroquia de San pedro. Tras la firma, y cargado de voluminosos legajos, instancias, sentencias y demás papeles que todos los curas habían reunido, partía Don Clemente hacia Roma.
Su viaje, lleno de anécdotas, quedó plasmado en el diario que escribió Don Clemente durante los casi seis años que duró su viaje, más de cuatro de los cuales los pasó en la misma ciudad de Roma esperando la resolución del caso por el Sacro Tribunal de la Rota.
Por fin, el 18 de julio de 1764, Su Santidad el Papa Clemente XIII firmaba sentencia resolutoria a favor de la parroquia de Santa María de la Asunción. El "enviado" Don Clemente de Baena no partiría de vuelta hasta el 13 de abril de 1765.
 El 22 de junio de 1765 llegaba a la ciudad de Arcos, siendo recibido por todos los feligreses de la parroquia de Santa María, vencedora del litigio. Traía con él dos regalos para la ciudad: el cuerpo incorrupto de San Félix Mártir, procedente de las catacumbas de Roma, y la imagen de un Niño Dios, vestido a la usanza de los procuradores de tribunales de la época.


Fuentes:
  • Revista "Las calles de Arcos", D. Manuel Pérez Regordán, 1977.

miércoles, 1 de enero de 2014

EL DESCENDIMIENTO DEL CRISTO DE LAS PENAS

En el año 1927, Ntra. Sra. de la Quinta Angustia salia por primera vez de San Francisco con el Stmo. Cristo de las Penas en los brazos. Hasta entonces, cada uno iba en un paso y se representaba publicamente el misterio del descendimiento de la cruz en plena calle. 
Fue en 1735, al dejarlo de hacer la Hdad. del Perdón, cuando la Hdad. del Dulce Nombre comienza a celebrar el Descendimiento. Era predicado siempre por uno de los padres franciscanos, hasta su exclaustración en 1837. Primeramente se predicaba el Sermón del Descendimiento y después se procedía, por clérigos, a colocar al Cristo de las Penas en el regazo de su Madre, mientras una voz, preparada para el momento, cantaba la vieja saeta de Arcos:

"Desclavadlo del madero
y lavadle las heridas
y quitadle las espinas
y entregádselo a María,
esa Madre tan divina"

Después, la cofradía seguía hasta Santa María para hacer su estación de penitencia. La Virgen de la Quinta Angustia y el Cristo de las Penas iban en pasos separados hasta la representación del Descendimiento. Después, el paso en que quedaba la cruz vacía, sólo con unas vendas, cerraba el cortejo.
Solía representarse en la calle Corredera, a la altura del actual Banco Santander, o en la antiguamente conocida como Plazuela de la Vera+Cruz (actual "Zindicato").
En 1926 se celebra por última vez el Descencimiento, en la actual Plaza Rafael Pérez del Álamo, en el barrio de San Francisco.
En los años '70 del siglo XX hubo una corriente en la Hermandad del Dulce Nombre que pretendía recuperar esta tradición, quedando finalmente en el olvido.

Fuentes:
  • Revista "Las calles de Arcos", D. Manuel Pérez Regordán, 1977.